La magia es mágica. Todos decimos que no creemos en ella pero pasa como con las meigas que “haberlas hailas”.
​En Paris un chorreón se escapó de un chaparrón y un rayo del sol lo convirtió en oro. El chorreón quiso conocer la Torre Eiffel,  acariciar la columna de la plaza Vendôme y darse un chapuzón en el rio Sena. By Cucu, que andaba por ahí, lo vio, se entusiasmó y lo trajo a Madrid para hacer con él un precioso collar mágico. Como sigue siendo un inquieto chorreón de dorado. Si roza tu piel y piensas en él, quizá puedas verlo adornando el cuello de la diosa Cibeles, atravesando la puerta de Alcalá o en lo alto de la estatua de Alfonso XIII para volar y mojarse en el estanque del Retiro.  ¿Te apetece comprobarlo?
 
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